Por julio Rodríguez, Periodista
Regularmente tenemos la tendencia a ver y pensar que todo a nuestro alrededor es negativo, que todo es estiércol, que la gente incluso lo es y, sin duda, eso nos pone de mal humor y terminamos sintiéndonos como una flor que se marchita, que muere de a poco.
Llegamos a pensar incluso que nuestras raíces se secan y mueren nuestras mejores intenciones de luchar. Sentimos que somos como un jardín que muere sin esperanzas, y lo que es peor aún, hasta se nos nubla la perspectiva de pensar que es en ese momento en que podemos florecer.
El Señor tiene otra perspectiva, una planta no puede crecer saludable sino recibe abono, ¿Y, que crees? Algunos abonos están hechos esencialmente de estiércol, con gran cantidad y calidad de útiles nutrientes para las plantas que están en proceso de marchitarse, de morir. Esas que ya nadie cree que pueden florecer.
Estar sin trabajo nos hace más creativos; una mujer u hombre que pasó por un cáncer, aprenderá a valorar más la vida; una separación, es una oportunidad para volver a empezar; la falta de apoyo de algunos, ayudará a descubrir a los verdaderos amigos; al final si todos los problemas los percibimos como abono en nuestra vida, seguramente tendrá nutrientes (enseñanzas) que podremos usar para florecer.
El dueño de la higuera dijo “córtala” al ver que no daba fruto; el cuidador dijo “dejémosla un año más y pongámosle abono para que de fruto”. Ese mediador es el Maestro de Galilea, Jesús, Él usa el abono que recibimos de las personas para enseñarnos a ser mejores seguidores, nos instruye a comprender que los problemas son insumos que sirven de abono para nuestra madurez espiritual, para nuestro florecimiento en medio de la inmundicia y el estiércol que el mundo suele tirarle a los que le aceptan como su Señor y dan frutos reales de cambio en su vida.
San Salvador, 8 de abril de 2025.
04:20 p.m.