Él usa el abono que recibimos de las personas para enseñarnos a ser mejores seguidores, nos instruye a comprender que los problemas son insumos que sirven de abono para nuestra madurez espiritual, para nuestro florecimiento en medio de la inmundicia y el estiércol que el mundo suele tirarle a los que le aceptan como su Señor y muestras reales de cambio.