El diagnóstico fue como un fuerte viento que dobló la palmera hasta besar el suelo: osteosarcoma, un cáncer en su pierna izquierda, amenazando con derribar de una vez y para siempre esa palmera llamada Daniela Guardado, una niña de 10 años de edad
El diagnóstico fue como un fuerte viento que dobló la palmera hasta besar el suelo: osteosarcoma, un cáncer en su pierna izquierda, amenazando con derribar de una vez y para siempre esa palmera llamada Daniela Guardado, una niña de 10 años de edad
El dibujo era un compañero que le susurraba al oído que él había nacido para ser dibujante, pero Edwin no era consciente de su talento y destreza que le había sido dada
Yuvini Solórzano pasó por la vida como quien escala una montaña con los pies descalzos. Vendió queso, perfumes, entregó pizzas, limpió baños en el Centro judicial «Isidro Menéndez» de San Salvador… pero su mirada nunca dejó de ver hacia la cima.
Entorno a una mesa redonda, dispuestos para tomar el desayuno departen dos matrimonios y cuatro amigos – ocho personas en total – y el tema de conversación que los conecta, en este domingo soleado de un caluroso mes de marzo, es el alcoholismo, los daños colaterales a la familia y el deterioro del entorno social.
Nació la nochebuena de 1969, fue asentado con el nombre de Osmín Edgardo Ramírez Sorto. Su ombligo está enterrado en el cantón Gualache, Tecapán, Usulután, donde la mayor parte de sus habitantes nacen, crecen y mueren pobres, porque las oportunidades de salir adelante son muy escasas y los problema muchos .
Fredy Ramírez, “El Gato” para sus amigos”, aprendió desde muy joven a contar una historia con lo que sus ojos captaron y sus manos le dieron forma, se hizo de un oficio dinámico, creativo y exigente: fue y sigue siendo un camarógrafo, editor y post productor de vídeo.
Hugo e Ivette Pinto son hermanos y se han visto poco uno al otro, se conocen más profudamente por su voz, el tacto de sus manos, el sonido de la sonrisa y el olor de cada uno, pues han enfrentado una batalla constante desde su nacimiento.
Aunque creció sin el abrazo materno o el consejo de un padre, tuvo a una mujer valiente y amorosa que, vendiendo empanadas, le dio el pan de cada día y el ejemplo más puro de sacrificio.
En el corazón de El Salvador, en un rincón donde la vida y la esperanza se entrelazan con la naturaleza, dos niños – de distintas familias – enfrentan su destino con una sonrisa a flor de labios. Leonel y Esteban
A sus 37 años, después de haber superado el lupus, Brenda González, enfrenta una nueva batalla: la necesidad urgente de un trasplante de riñón, una condición que le enseña a diario que la vida no siempre es justa, pero que la fe y la actitud provocan los milagros.