A los 18 años fui condenado por un crimen que no cometí. Pasé una década tras las rejas y otra bajo libertad condicional. La cárcel casi me destruye, pero fue allí donde conocí a Jesús y mi historia cambió para siempre. Hoy soy teólogo, investigador, esposo y padre. Esta es mi historia de redención.

“Mi nombre es Tony Chávez López. Tenía apenas 18 años cuando un juez me condenó a 20 años de prisión por un homicidio en el que nada tuve que ver. Soy inocente. Sin embargo, cumplí 10 años tras las rejas y otros 10 bajo libertad condicional.

Tony Chávez Lopez, predica en la Policía como parte de su trabajo pastoral

Hoy soy un hombre libre, un padre responsable y un profesional de la enseñanza en temas de fe. Soy teólogo, catedrático universitario, lingüista, investigador y escritor. Solo Jesucristo pudo hacer esto en mi vida: devolverme la esperanza y cambiar el rumbo de mi historia.

Esta es una versión abreviada del largo testimonio que Dios sigue escribiendo en mí.

La esposa Vanessa y las hijas de Tony

Después de la muerte de mi padre, mi madre intentó rehacer su vida junto a un hombre que no tardó en convertirse en nuestro verdugo. No solo la golpeaba a ella, también a mi hermano y a mí. Un día, cansado de su violencia, me marché de casa. Me convertí en un niño de la calle, un joven rebelde, vicioso y en constante conflicto con la ley.

Una tarde, mientras visitaba a mi madre, ocurrió un homicidio en su colonia. La policía me detuvo. No había pruebas, pero bastaron prejuicios para que un juez me sentenciara. Yo, con solo 18 años, fui encerrado. Recuerdo el momento en que se cerraron las puertas de la libertad y se abrieron las de un infierno llamado cárcel. El miedo me caló los huesos.

Tony enseña griego y hebreo

Allí conviví con asesinos, violadores, secuestradores, hombres sin nada que perder. En ese ambiente sin aire, un pastor se acercó y me dijo: “Solo Jesús puede hacer algo por ti aquí.”

En ese entonces, yo aún creía que podía arreglármelas solo. Seguía consumiendo marihuana, crack y licor.

Mi historia familiar —marcada por la pobreza y la violencia— pesaba sobre mí como una maldición. Pronto entendí que ya no era un adolescente extraviado, sino un joven atrapado entre criminales endurecidos, en un mundo regido por leyes no escritas: ver, oír y callar.

El pastor Tony Chávez López, entregando diplomas en una graduación

Un día, busqué al pastor. Me arrodillé en la celda que funcionaba como iglesia y supliqué por una salida. Allí lo encontré. Sentí a Jesús cerca. Me sonrió y me dijo: “Ahora eres uno de los míos, ten paciencia.” Desde entonces, supe que no estaba solo.

Decidí cambiar. Aproveché cada momento para aprender. Me porté bien. A los diez años, me otorgaron la libertad condicional. Ya fuera del penal, trabajé honradamente en todo lo que pude: albañil, vigilante, soldador, pintor. También asistí a cursos de inglés y computación en la Universidad Evangélica de El Salvador.

Mientras estudiaba Teología con una beca, seguía trabajando para pagar mis pasajes y otros gastos. Cada centavo honesto me recordaba que era posible vivir con dignidad. Me gradué como Licenciado en Teología.

El libro escrito por Tony Chávez López sobre el pentecostalismo en El Salvador

Mi vida ha cambiado tanto desde aquellos días que puedo decir, sin temor a equivocarme, que Cristo me lleva de victoria en victoria. Aunque no han faltado momentos difíciles, sigo caminando hacia la meta.

Hoy soy catedrático universitario, investigador en temas teológicos, esposo feliz y padre de tres hermosas niñas. Vivo para hablar del Señor. Me basta con lo que Él considera que necesito. No ambiciono más que su gracia, y con ella sigo adelante, convencido de que Dios es el dueño de nuestra historia… y puede darle un nuevo rumbo a cualquier vida, por rota que parezca”.

Tony Chávez López

Teologo, investigador y escritor.