(Serie “Historias de Uber”)
Viajes que Transforman: Testimonios desde el Asiento Trasero
Eran las 8:00 a.m. de un martes cualquiera cuando una joven mujer abordó un Uber sin imaginar que ese breve trayecto cambiaría algo profundo en su interior.
—Bienvenida, pase, acomódese —saludó cordialmente el conductor con una sonrisa sincera—. Bríndame el número premiado —añadió en tono jocoso, refiriéndose al código que asigna la aplicación.
La mujer, sorprendida por aquel entusiasmo tan inusual a esa hora de la mañana, sonrió tímidamente. El conductor, un hombre amable, entrado en años y con una mirada serena, sacó un pequeño paquete de tarjetas coloridas y dijo: —¡Mire, salió premiada! Tome una promesa del Señor… es su regalo de hoy.
Sin entender del todo, ella tomó una de las tarjetas al azar. Cada una contenía un mensaje sorpresa acompañado de un versículo bíblico. Lo que parecía un simple gesto de cortesía, pronto se transformó en un momento de revelación. Leyó en voz alta con voz temblorosa: Eres hermosa a mis ojos, digna de honra y amada. Yo guardo tu alma” inspirado en Isaías 43:4 (NBLA)

El maltrato físico y psicológico, daña profundamente a las personas y solo puede superarse con la ayuda espiritual y profesional, para evitar condiciones emocionales irreparables, sino se trata a tiempo.
Y entonces, sin poder contenerse, rompió en llanto y entre sollozos le reveló:
—Mi esposo… —logró decir entre lágrimas— hace poco nos dejó, a mis dos hijos y a mí. Se fue con otra mujer. Y ella… ella me llama para insultarme, me dice que soy fea, que ya no le gusto a mi marido… que nadie me va a querer…
El conductor, con la calma de quien ha visto mucho en la vida, le respondió con suavidad pero con firmeza:
—¿A quién le va a creer? ¿A una mujer dolida que intenta destruirla, o al Dios que hoy le recuerda cuánto vale? Esta palabra no la escogió usted. Fue Él quien la escogió para usted esta mañana. Yo solo soy el chofer, pero Él es el que dirige el camino.
Durante el resto del viaje, el silencio fue profundo, pero no incómodo. Era un silencio lleno de pensamientos, de lágrimas contenidas y de consuelo inesperado.
Al llegar a su destino, la mujer bajó del vehículo diferente. No era otra persona, pero algo dentro de ella se había movido. Tal vez no tenía todas las respuestas, pero ahora tenía una promesa. Y a veces, eso es suficiente para volver a empezar.
Porque cuando menos lo esperamos, en medio del caos y el dolor, Jesús aparece. Puede que lo haga a través de una oración, de un amigo… o incluso de un viaje en Uber. Y cuando Él habla, algo en nosotros cambia y no hay marcha atrás.
(Basado en un hecho real)
Por Julio Rodríguez, periodista