Desde pequeño, a Edwin Guevara, un empleado jubilado, le fascinaba el dibujo. Recuerda con tanta claridad y lleno de nostalgia el tiempo de la escuela primaria, básica y tercer ciclo, cuando se perdía en los detalles del mapa de El Salvador, replicándolo con precisión en su cuaderno. No sabía entonces que ese simple gusto escondía una vocación.
El dibujo era un compañero que le susurraba al oído que él había nacido para ser dibujante, pero Edwin no era consciente de su talento y destreza que le había sido dada y que, podría pasarle que “en la sombra mueren genios sin saber de su magia, concedida, sin pedirlo, mucho tiempo antes de nacer” como dice la letra de la canción “En algún lugar” del grupo español Duncan Dhu.

El niño Edwin creció y se volvió un ciudadano más. Los planes de la vida eran otros y trabajó durante 31 años, primero en una empresa eléctrica durante casi tres décadas y luego en una compañía de alarmas. Un buen empleado honrado, puntual y dedicado a su labores. Su prioridad era criar a sus hijos, pagar la casa y cumplir con sus deberes como padre. Un día le dijeron “muchas gracias hasta aquí llega”, lo jubilaron.
El arte del dibujo, su amor de infancia, renace.
Edwin se jubiló hace más de 17 años y al principio, la inactividad le produjo frustración y un poco de depresión. Buscando que hacer se encontró una escuela de dibujo y pintura ofrecida por la alcaldía de San Salvador. Un curso libre al que sólo podían asistir quienes, como él, ya no estaban atados al horario laboral.

Era el destino o acaso su fe en Dios que le ofreció una segunda oportunidad de reencontrarse con un viejo amor, uno al que conoció en la escuela, en los cuadernos, en los lápices y en todo aquello que permitiera hacer un trazo: el dibujo.
Allí comenzó su reencuentro con el arte. Invitaba a almorzar a su profesor, charlaban de técnica, de inspiración. El dibujo dejó de ser un pasatiempo y se convirtió en su nueva forma de vivir. Aunque nunca se consideró un artista formado, sus profesores sí vieron en él una chispa genuina. “Usted tiene madera para esto”, le dijo don Francisco Pineda, uno de sus maestros. Y cuando estuvo a punto de rendirse, él le animó a insistir: “Si esto no costara, todos serían artistas”.
Otro maestro, don Miguel Polanco, plantó una semilla aún más profunda: “Si sos un verdadero artista, tenés que ir a Italia”. Y aunque al principio Edwin no lo creyó posible, años después, impulsado por aquella voz ya lejana, hizo las maletas y viajó. Milán, Florencia, Roma, y hasta Venecia.
Pero fue en Roma, frente a un orangután en el bioparco (Jardín Zoológico de Roma, Italia), donde Edwin Guevara sintió que se graduaba. El animal lo observaba mientras dibujaba, y cuando le enseñó su retrato, reaccionó con una expresión tan humana que Edwin supo, en ese instante, que su arte podía tocar almas, incluso más allá de las palabras.

Desde entonces, su vida ha girado en torno al dibujo. Trabajó durante años en el parque zoológico y en Parque Natural Saburo Hirao. Participa en bodas, fiestas, eventos; su arte regala sonrisas y recuerdos.
Actualmente, con 66 años de vida y casi dos décadas de haberse jubilado, Edwin dibuja retratos, su mayor pasión. Cada rostro es un desafío, una historia distinta, una forma de ver el mundo. Y aunque aún no se llama a sí mismo “artista” con todas las letras, sabe que el arte le ha dado plenitud. El dibujo es su reencuentro con un viejo amor, con esa vocación que lo acompañó desde niño y que, finalmente, se convirtió en su forma de vivir. Un talento que Dios le ha regalado, dice un hombre que cada lunes se reúne con hombres que declaran a Jesús como el Señor de sus vidas, quien les ha cambiado el dibujo de sus realidades y que les da la oportunidad de ser parte de la “gente màs feliz de la tierra”.
Y así, su mensaje para otros jubilados es claro: la jubilación no es el final, sino una nueva siembra. Es el momento de hacer germinar esos sueños que quedaron guardados entre deberes y horarios. Porque siempre hay tiempo para reencontrarse con lo que verdaderamente llena el alma, libera el espíritu y que vuela hasta el cielo para gloria del artista de todos los tiempos, colores y dibujos, el Dios creador.
(Edwin Guevara puede ser contratado al 503 7040 0745, asiste a reuniones especiales e todo tipo, empresariales y familiares, para dibujar a los invitados y darles como recuerdo del evento, entre otras actividades. Se puede encontrar y apreciar su obra en el Centro Histórico los días viernes, sábado y domingo a partir de las 04:00 p.m.)