Escrito por Luis Andrés Marroquín / Periodista
(Advertencia, este artículo puede dañar susceptibilidades)
Cuando Matteo me lanzó a quemarropa la pregunta sobre la religión a la que pertenecemos como familia, me puse como el ChatGPT, es decir, pensando para dar la mejor respuesta.
«Somos cristianos», le respondí.
Como una aplicación de IA, mi mente navegó en segundos para recordar por todas las iglesias en las que he tenido experiencias religiosas.
Soy bautizado en la iglesia católica, llegando a tomarle un cariño inexplicable a mi padrino, Alejandro González, de grata recordación.
Acepté a Cristo tras un culto en Los Ángeles, California, invitado por mi abuela paterna, a la que llamamos cariñosamente MaCon.
Volví a aceptar a Jesús como mi único salvador con un pastor evangélico en un restaurante y una vez más tras una predica del desaparecido pastor Toby, a quien hasta el día de hoy escucho.

En la foto Matteo escenificando al rey David con amigos del colegio Versalles
He asistido a reuniones con Testigos de Jehová, la religión de mi querida suegra, que en paz descansa.
Es que la Biblia enseña claramente que la salvación no proviene de una iglesia o institución humana, sino de la fe en Cristo Jesús.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, dice Efesios 2:8-9.
Aquí Pablo deja claro que la salvación no depende de asistir a una iglesia específica o seguir ritos, sino de una relación personal con Jesús.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, dice 1 Timoteo 2:5.
Ninguna denominación ni líder religioso puede reemplazar el papel de Cristo como mediador. La conexión directa con Dios se da a través de Él.
Matteo me hizo la pregunta mientras manejaba a casa, saliendo de la iglesia evangélica Compaz, donde nos congregamos, porque la Biblia también insta a la comunión con otros cristianos.
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre…”, se lee en Hebreos 10:24-25.
Recién vuelvo de EE.UU. donde renové mis votos en la iglesia donde se congrega mi hermana y experimento una paz mental que no podría explicar ni el ChatGPT.
Hoy Matteo tiene claro que somos cristianos y nos congregamos no por tradición, sino porque el cuerpo de Cristo crece unido, compartiendo fe, oración y servicio.
PD: “Allá viene el católico, apostólico, evangélico, protestante, pentecostal, adventista, mormón y Testigo de Jehová”, dice mi hermana menor cuando me ve aparecer. Hasta se le va el aire.
En la foto Matteo escenificando al rey David con amigos del colegio Versalles






