Escrito por Julio Rodríguez, periodista

Entorno a una mesa redonda, dispuestos para tomar el desayuno departen dos matrimonios y cuatro amigos – ocho personas en total – y el tema de conversación que los conecta, en este domingo soleado de un caluroso mes de marzo, es el alcoholismo, los daños colaterales a la familia y el deterioro del entorno social.

No es para menos, una de las parejas ha experimentado en carne viva, el sufrimiento y la destrucción de sus dos únicos hijos en las garras de una silenciosa enfermedad del alma, el alcoholismo. Dos jóvenes cuyos sueños se emborracharon hasta casi morir deshidratados frente a una madre que estaba también ebria de dolor. En casa todos sufrían.

Sus dos hijos no están en esta mesa físicamente, pero si la mamá que nunca se dio por vencida los trae a la memoria, su esposo toma su mano y la sostiene, para que el fuerte trago de la alegría pueda pasar la garganta de su esposa y sin derramar una lagrima de alegría, los hijos están limpios desde hace varios años. Se recuperaron y dejaron la bebida gracias a los Alcohólicos Anónimos (AA).

Bill W. y el Dr. Bob co fundadores de Alcohólicos Anónimos (AA), siempre aclaran porque sobre ellos está un Poder Superior (Dios)

“¿La sirvo café?” interrumpe amablemente el camarero y ofrece la bebida por excelencia en las reuniones de los AA, donde todas las noches se convierte en una cita de amor de la otra pareja que acompaña la tertulia, ambos eran alcohólicos. Ella acaricia el rostro de su compañero y deja que cuente como ambos en la sobriedad han bailado mejor, se han aventurado y comparten su experiencia viviendo un día a la vez, y como agradecen al cielo cada noche por estar juntos otras 24 horas más.

Justo 24 tiene otro de los comensales presente en la mesa, que ahora ya luce un poco más adornada con los platos de frutas que les han servido. Él chico sonríe ante la broma de uno de sus “padrinos”, como les llaman a los hombres o mujeres con más experiencia de estar en el programa y que se vuelen una especie compañero de apoyo de milicia en la batalla diaria de mantenerse sobrio.

Entre sonrisas bromas el padrino recuerda: “Así llegó de cipote este joven, cuando lo recibí en el centro de rehabilitación y fue duro verlo sufrir ante la abstinencia ¿verdad vos?” le dice dándole un abrazo, el joven asienta y reconoce que lleva dos años de no ingerir licor, ni consumir drogas.

El padrino, un hombre con la blancura del tiempo sobre su cabello, tiene unos 70 años de edad, pero se ve fuerte, animado y muy jovial, hace una remembraza de como recuperó a sus porpio hijo, que lo buscó entre la basura y terrible oscuridad de las noches y madrugadas, cuando intoxicado de alcohol y droga se quedaba fondeado don fuera. Actualmente ese hijo está recuperado por el programa de AA al igual que el chico que tiene a la par en la mesa donde comparten el desayuno.

Todos, en esa mesa, en realidad son personas que de una forma directa e indirectamente han sido afectadas por el alcoholismo. Consumiendo o no, han tenido que sufrir una resaca física o espiritual producto del daño devastador que supone una de las enfermedades, cuya cura solo puede ser administrada por el mismo paciente, pues por él comienza el tratamiento, “admitiendo que es impotente ante la bebida y que ha perdido el sano juicio” parafraseando el Paso 1, de los doce que incluye el programa de AA.

Los alcohólicos activos o en consumo solo pueden llegar a una recuperación aceptando que tienen un problema, que adolecen de una enfermedad del alma llamada: alcoholismo.

En El Salvador, solo entre los años 2005 al 2014, el consumo de alcohol se incrementó del 39% AL 51% como principal sustancia psicoactiva consumida frente a las demás drogas. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, en este pequeño país la principal causa de muerte por accidentes de tránsito es la condición temeraria por exceso de consumo de alcohol.

Ni el dinero, ni la fama, ni el poder, el alcoholismo no hace distinción de ningún tipo para destruir las vidas.

Los comensales sobrios que rodearon la mesa para compartir el desayuno, han terminado sus alimentos, van por el postre, una charla pública en la que un médico, un alcohólico en recuperación, una madre con hijos en rehabilitación y un periodista, hablaran de sus experiencias físicas, mentales y espirituales frente al alcoholismo, pero más aún. como el programa iniciado hace unos 70 años por unos desconocidos Bill W. y Dr. Bob, siguen ayudando a reconstruir familias y sueños en las personas que están dispuestas a dejar de beber.

Nota: Para tomar contacto con Alcohólicos Anónimos El Salvador llamar al (503) 2225-1430 / 2225-9526, osgdeelsalvador@hotmail.com / Y para familiares y amigos de personas con problemas de alcoholismo están los Grupos de Familia AL ANOM comunicarse 2260 – 2237.