¿Qué fue de la Radio Venceremos y la Radio Farabundo Martí después de la guerra civil? Dos de las cuatro frecuencias o estaciones de radios que al final quedaron en manos de cuatro organizaciones de la ex guerrilla son ahora estaciones evangélicas. ¿Tuvieron beneficios los cuadros insurgentes que aún viven y expusieron sus vidas por la seguridad de las radios en tiempos de guerra?
Por Julio Rodríguez / Periodista
Iniciativa 3: Fe y Actitud con el apoyo e investigación de CHAT GPT
La hermana Angelita le ha vuelto a ganar al sol, se levantò antes que el astro rey. La madrugada es fría por eso ella se envuelve en un chal que le trajeron de Guatemala, enciende el viejo radio de mesa y deja que unos coritos evangélicos antiguos terminen de despertarle, mientras la locutora sobrepone su voz para la lectura bíblica y una oración de gratitud.
«Gracias por estar en sintonía de Radio Restauración, un refugio espiritual en la frecuencia del 100.5 de la banda de Frecuencia Modulada FM» dice la joven locutora que desconoce y, quizás también la hermana Angelita, que ese mismo número en el dial, 100.5 FM, fue una vez un rugido clandestino que transmitía partes de guerra, propaganda y música revolucionaria desde Morazán al nororiente de El Salvador: era la legendaria Radio Venceremos y ahora es propiedad de la Misión Cristiana Elim.
A la misma hora, pero en otra esquina de la ciudad, Adelina Rosales, una enfermera que pasa los cuarenta años de edad, aborda el microbús rumbo al trabajo. Con el vaivén del tráfico, se coloca los audífonos y abre su mañana con música ligera. Le gusta la programación de la 102.1 FM, para el adulto joven. que le trae una espontánea nostalgia. Escucha «Hotel California» de The Eagles.
No imagina —ni tendría por qué hacerlo— que esa estación alegre y comercial fue, décadas atrás, Radio Farabundo Martí, la voz disciplinada de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), una organización guerrillera que utilizaba la radio para transmitir mensajes entre bombardeos, operativos y desplazamientos masivos. Una estación clandestina que sostenía la moral de combatientes y simpatizantes con la revolución.
Las dos mujeres disfrutan sus momentos. Angelita inclina la cabeza para orar. Adelina sube el volumen para recordar un viejo amor. Separadas por kilómetros, edades y mundos opuestos, pero conectadas sin saberlo por frecuencias hermanas, nacidas en la clandestinidad e insertadas en nuevas vidas. Sus orígenes de resistencia, riesgo y terquedad han cambiado.
Ahí donde Angelita escucha predicas, antes hubo mensajes insurgentes grabados a oscuras. Ahí donde Adelina escucha promociones y conciertos, antes se oían partes de guerra redactados con urgencia.
La memoria del país, sin embargo, no hace ruido. El dial cambió, el nombre cambió, la intención cambió…pero bajo esas voces nuevas sigue latiendo el eco de una historia que casi nadie cuenta.
Ésta es la crónica de esas radios: de cómo nacieron en trincheras, cómo sobrevivieron a bombardeos, cómo fueron vendidas en silencio y cómo hoy viven una vida tan diferente que sus nuevas oyentes —como Angelita y Adelina— jamás imaginarían lo que esas frecuencias costaron.
Aquí empieza la historia. La historia de las radios que cambiaron después de la guerra… y luego cambiaron de dueño.
LA GUERRA MEDIÁTICA: LA PALABRA AL AIRE
Dos armas fundamentales utilizadas por guerrilleros y militares en la guerra civil salvadoreña fueron: Los fusiles y la comunicación. En este primer artículo hablaremos de la radio, principal instrumento de propaganda e información de dos organizaciones que conformaron la guerrilla aglutinada en el FMLN (Guerrillero), pero que se convirtieron en la voz oficial de los insurgentes.
En la guerra salvadoreña (1980-1992) hubo un arma estratégica para la insurgencia. La radio, cargada a lomo por cerros, camuflada en cuevas, armada con transmisores artesanales, se volvió el pulso propagandístico y político del movimiento guerrillero y que incluso ha sido detallada como acciones heroicas en libros.
Un documento académico describe con precisión aquel ambiente: “Tras el asesinato de monseñor Romero, comenzaron a surgir emisoras clandestinas como herramienta táctica y moral para la insurgencia” (Investigación UES, 2002).
Las cinco organizaciones que conformaron el FMLN — Fuerzas Populares de liberación (FPL), Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Resistencia Nacional (RN), Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Salvadoreños (PRTC)— operaron redes de comunicación, información y propaganda. Algunas tenían periódicos, otras revistas mimeografiadas; pero todas coincidían en un instrumento: la radio.
En ese ecosistema surgieron las emisoras que marcaron época:
- Radio Venceremos (ERP) – 100.5 FM
- Radio Farabundo Martí (FPL) – 102.1 FM
- Radio Unidad del PRTC de corta vida y sin mucha trascendencia.
- Radio Liberación un esfuerzo unitario que no prosperó.

La radio fue más que un aparato: fue el puente entre la montaña insurgente y la población civil. En ella se mezclaban partes de guerra, denuncias de violaciones a derechos humanos, editoriales políticos y reportes desde frentes militares.
En palabras de una operadora entrevistada en 2002: “Había días en que transmitir era cuestión de minutos. Si nos detectaban la señal, bombardearían sin preguntar” (Entrevista a “Antonieta”, UES)
“LA VENCEREMOS” Y “LA FARABUNDO”
La primera de esas radios clandestinas fue convertida en un ícono de la revolución y quizás hasta mitificado en dos libros – con historias reales de personas que dieron hasta su vida –: “Las mil y una historias de Radio Venceremos” escrito por José Ignacio López Vigil y “La terquedad del izote” cuyo autor es la voz principal de esa radio, Carlos Henríquez Consalvi, el legendario venezolano y uno de los fundadores de la estación.
“La Farabundo” no tiene libro, solo investigaciones académicas, entrevistas y análisis dispersos que todo se puede resumir de la manera siguiente:
Si Radio Venceremos fue la voz icónica del ERP, Radio Farabundo Martí fue la voz estratégica de las FPL, la organización más numerosa y con la estructura territorial más amplia dentro del FMLN guerrillero. Aunque no tuvo —en el imaginario popular— la misma proyección mitológica que Radio Venceremos, su importancia operativa, política y simbólica fue igual de decisiva.
Mientras Venceremos se convirtió en mito, Radio Farabundo Martí se convirtió en columna vertebral: una emisora disciplinada, móvil, eficiente, diseñada para sostener orientación política, partes de guerra y comunicación interna en los territorios donde las FPL tenían base social consolidada.
LA LETRA PEQUEÑA DE LOS ACUERDOS DE PAZ: EL REPARTO DE FRECUENCIAS DE RADIO
Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 la lógica de la comunicación insurgente experimentó una metamorfosis. El espectro radioeléctrico —antes usado clandestinamente— se asignó legalmente.
Según un informe del sector de medios: “El FMLN recibió frecuencias de radio y televisión como parte de las garantías de incorporación a la vida política.”(AMARC-ALC, “Comunicación, información y poder en El Salvador”)
Pero aquí ocurrió un giro silencioso: las frecuencias no fueron entregadas al “FMLN partido político”, sino, al menos a cuatro de las cinco organizaciones que conformaron el FMLN rebelde, según su control histórico. Por lo que se vió posteriormente el PRTC quedó fuera de recibir una frecuencia.
En otras palabras, terminada la guerra cada organización hizo un inventario de lo que había construído, en este campo que ahora nos ocupa. La RN y el PCS, se agenciaron dos frecuencias que no funcionaron clandestinamente en el conflicto armado.
Así, el reparto quedó así:
| Organización | Frecuencia | Emisora histórica | Destino posguerra |
| ERP | 100.5 FM | Radio Venceremos | Vendida a Iglesia ELIM (Radio Restauración) |
| FPL | 102.1 FM | Radio Farabundo Martí | Vendida a empresarios (Radio Vive) |
| PCS | 106.9 FM | Radio Maya Visión | Vendida a Iglesia Bautista Amigos de Israel |
| RN | 92.1 FM | Radio Cabal | Operación comunitaria/privada (en investigación) |
| PRTC | — | — | No recibió frecuencia |
La insurgencia se desmovilizó, pero el aparato comunicacional se convirtió, de facto, en patrimonio en manos de cúpulas específicas.
LA VENTA DE LOS MEDIOS: UN SILENCIO DE MERCADO
La transición de radios de guerra a radios comerciales fue rápida. Prácticamente en los primeros años posteriores a la firma de la paz:
- Radio Venceremos (100.5 FM) fue vendida a la Iglesia ELIM —hoy Radio Restauración—.
El documento de AMARC-ALC es claro: “Radio Venceremos fue vendida por la dirigencia del ERP junto con una frecuencia televisiva.”
- Radio Farabundo Martí (102.1 FM) pasó a manos de empresarios privados hoy es Radio Vive 102.1
- Radio Maya Visión (106.9 FM) fue adquirida por la Iglesia Bautista Amigos de Israel.
- Radio Cabal (92.1 FM) cambió de operador con perfil comunitario, pero su transferencia no ha sido transparentada.
Ninguna de las ventas fue acompañada de informes públicos. No hay datos oficiales sobre el monto. No hay actas que indiquen el destino de los ingresos.
Un investigador de medios lo sintetiza: “El sistema de medios salvadoreño posguerra quedó dominado por estructuras privadas o corporativas, incluso en frecuencias antes ligadas a movimientos insurgentes.” (Pérez, 2014, Universidad de Málaga)
QUIENES DIERON LA VIDA POR ESAS RADIOS
Detrás de cada transmisión clandestina hubo personas: operadores, locutoras, enlaces, jóvenes que cargaban baterías, militantes que instalaban antenas improvisadas, técnicos que ajustaban frecuencias en la oscuridad. Muchos murieron. Otros fueron capturados y desaparecidos.
En la entrevista antes citada, “Antonieta” relata una escena contundente: “Israel fue capturado durante una operación y nunca volvió. Aun así, la radio siguió transmitiendo: no había espacio para el duelo.”
Ese sacrificio humano pocas veces se menciona cuando se habla de la venta de las radios.
Todo el aparato mediático —visible durante la guerra— fue sostenido por vidas invisibles.
EL DINERO DE LAS RADIOS: LA PREGUNTA QUE SIGUE SIN RESPUESTA
Una pregunta legítima emerge del archivo histórico: ¿A dónde fueron los miles de dólares generados por la venta de esas frecuencias?
No existe registro público de: montos de venta, cuentas receptoras, destino social, inversión en víctimas, apoyo a lisiados o a familias de operadores caídos.
La mayor parte de excombatientes que incentivó o protegió esos medios vive hoy en condiciones modestas, sin reconocimiento, sin pensión, sin acceso permanente a servicios médicos.
Para muchos, la venta de las radios es un símbolo de una deuda más profunda:
la falta de memoria institucional sobre quienes sostuvieron la guerra.
Un exoperador entrevistado en 2009 (citado en Real News) dijo: “Esta radio la levantamos con sangre. Nunca supimos quién la vendió ni cuánto costó nuestra vida en el mercado.”
EL SILENCIO POSTERIOR: CUANDO LA REVOLUCIÓN CAMBIA DE NOMBRE
Después de las ventas, las radios adoptaron nuevos perfiles:
- Restauración: cristiana evangélica.
- Viva: radio comercial y con enfoque de adulto joven.
- Amigos de Israel: emisora cristiana conservadora.
- 92.1: comunitaria-comercial.
La ironía histórica es profunda: radios nacidas para denunciar injusticias terminaron convertidas en negocios privados o ministerios religiosos, sin memoria explícita de su origen.
UNA DEUDA MORAL PENDIENTE
Más allá de ideologías, banderas o adhesiones políticas, esta es una pregunta de memoria histórica: ¿Quién rindió cuentas por los bienes construidos con la vida de cientos de combatientes y colaboradores civiles?
El país conoció las voces insurgentes. Sus frecuencias hoy sirven otros fines. Pero la responsabilidad moral permanece sin atender.
Los medios insurgentes nacieron para romper el cerco informativo, para denunciar, para sostener la voz de una causa que, justa o no, se jugaba la vida.
Màs de treinta años después, no hay registro público que esclarezca cómo ese patrimonio colectivo se convirtió en patrimonio privado. La historia de esas radios —vendidas, transformadas, silenciosamente borradas— es también la historia de las personas que las hicieron posibles y que nunca recibieron un reconocimiento mínimo.
Reconstruir este expediente no es revanchismo: es memoria, ética y periodismo.
CIERRE DE TRANSMISIÓN
La hermana Angelita apaga su radio cuando termina una prédica. Adelina , la enfermera, se baja apresurada y sigue tarareando «Hotel California». Dos mujeres, dos vidas, dos radios… ninguna sabe que sus estaciones son herederas de una historia que el país convirtió en silencio.
Las radios que hoy acompañan sus mañanas nacieron de noches sin dormir, de sangre derramada y sueños de libertad, pero crecieron en medio del fuego combativo.
Pero al terminar la guerra —cuando llegó el momento de decidir qué hacer con esas frecuencias levantadas con sangre y terquedad—, el destino tomó otro rumbo: Angelita y Adelina escuchan sin culpa; no tienen por qué saberlo. Pero el país sí.
El país sí debe preguntarse qué pasó con esos bienes construidos por cientos de vidas, por qué terminaron en manos privadas,
y por qué quienes dieron su esfuerzo —y su muerte— para sostenerlas jamás recibieron un reconocimiento, ni una explicación, ni una mínima rendición de cuentas.
Porque las radios cambiaron, sí… pero las frecuencias guardan memoria, la historia sigue ahí, esperando que alguien la vuelva a sintonizar.
Angelita apaga su radio. Adelina guarda sus audífonos. La mañana continúa. Y en el aire, invisible pero presente, flota la pregunta que nadie quiere responder: ¿quién se quedó con las voces que un día se arriesgaron para que este país no se quedara en silencio?







Qué excelente artículo, muy bien documentado, vale la pena volverlo a leer y reflexionar en parte de la historia de lo que fueron en las radios clandestinas durante la guerra en El Salvador, la radio ha sido, es y seguirá siendo uno de los instrumentos que no dejarán de existir para transmitir mensajes de verdades, de realidades y de experiencias.
GRACIAS POR EL COMENTARIO