Òscar Machón aprendió el arte de la fotografía retratando la realidad social, un ámbito en el que no hay belleza, no la hay en la pobreza o en las luchas diarias de la gente por sobrevivir; en una fábrica cerrada o en la represión contra una manifestación, y aunque poco o nada a cambiado su cámara sigue disparando.
Ha pasado los cincuenta años de edad y ahora más maduro, su arte no tiene dueño, se ha vuelto independiente y sigue de cerca lo que se le pone enfrente para retratar de una u otra manera la imagen perfecta de un hecho imperfecto.
Esta es una plática en un día cualquiera, este es un pequeño retrato de quien le gusta retratar, es una especie de sesión fotográfica con el fotoperiodista.