Por Julio Rodríguez / Periodista

Salvador Castellanos dejó los micrófonos de las grandes cadenas para abrazar una fe vivida en la arena y servir sin zapatos desde la costa salvadoreña.

En El Tunco, donde las olas cuentan historias y el sol nunca falta a su cita, hay un pastor que dejó los zapatos en la orilla y decidió predicar con los pies en la arena. Salvador Castellanos, o simplemente “Chamba”, no es un líder convencional: surfea la vida como si cada día fuera una nueva marea, una nueva oportunidad para remar mar adentro.

Fue una estrella del periodismo nacional. Su voz narró guerras, elecciones y terremotos. Su rostro cruzó pantallas en CNN, Univisión, Telemundo. Durante más de cuatro décadas, navegó en la cresta de la industria mediática, entre micrófonos, sets de grabación y fama. Pero detrás del telón… el maremoto estaba por derribar lo poco del muelle que sostenia la vida de Chamba Castellanos.

Predicar la Palabra es la principal misión de Chamba Castellanos, en esta fotografía durante una entrevista con el periodista Julio Rodríguez, compañeros en Canal 12 y Canal 21.

Las alarmas sonaron, pero ya era tarde. La resaca del éxito lo arrastró. Drogas, alcohol, orgullo. El oleaje lo sacó de curso. “Me creí invencible”, dice ahora, bajo una palmera, mientras observa a unos niños dibujar con crayones sobre la arena. “Pero hasta el surfista más hábil cae si no sabe leer la ola correcta.

Y cayó. Perdió el control, la salud, la brújula. Hasta que encalló aquí, en la costa de La Libertad. Sin velas, sin timón. Solo. En ese naufragio encontró algo que nunca tuvo en las grandes cadenas: paz. Aquí no volvió a ponerse zapatos. Ni máscara.

Hoy lidera una comunidad donde no hay paredes, pero sí redes: redes humanas, tejidas con afecto, solidaridad y acción. “No predico desde un altar elevado, sino desde la arena”, dice. Su iglesia es un centro de servicio: hay clases de inglés, computación, actividades artísticas, talleres para jóvenes que no tienen más brújula que el sol y la palabra del pescador de hombres, Jesús, el maestro de galilea.

Acompañar, acompañar y ayudar a sus hermanos de playa es una tarea diaria de Castellanos. Cambió un silla de set por una de apoyo .

A muchos no les gusta su estilo. Lo ven como una irreverencia. Critican su atuendo, su informalidad. Pero pocos critican su fruto. “Jesús no usaba zapatos cuando caminó sobre las aguas”, responde con humor. “Y si algo aprendí de la televisión es que la imagen puede engañar. Lo real está en lo que haces cuando nadie te graba”.

Un proyecto de apoyo en computadoras para niños y jóvenes de la zona.

No necesita púlpito: su mensaje viaja en cada tabla de surf que enseña a usar a jovenes o adultos.reparar, en cada niño que aprende a leer, en cada madre que encuentra refugio.

Su palabra favorita ya no es “primicia”, sino “esperanza”. Chamba surfea la fe con la serenidad de quien ha sido rescatado por una ola inesperada. Y en un mundo lleno de ruido y espuma, eligió remar mar adentro… no para buscar fama, sino para lanzar redes de vida. Porque cuando has sobrevivido a tu propio naufragio, sabes bien que no hay tormenta más fuerte que la fe anclada en amor verdadero, el obra salvadora del Maestro