¿Cuántas veces el miedo seha sentado a nuestro lado como una sombra silenciosa? ¿Acaso no lo has escuchado susurrarte al oído que no podrás lograrlo? ¿Si o no, que a veces te ha gritado que te rindas? Pero lo que calla y le da miedo al miedo, es que te creas y entiendas que, cuanto más te agobia, más cerca está tu milagro.
Que mejor ejemplo, Jesús mismo lo vivió. La noche previa a su crucifixión, su humanidad tembló. Sintió angustia, temor y dolor ante lo que sabía que vendría. No fue indiferente. No fue fácil. Fue real. En ese momento oró:
– “Padre, si quieres, no dejes que pase este sufrimiento… pero que no se haga como yo quiero, sino como tú quieres.”
Y en ese instante, un ángel del cielo vino a fortalecerlo. Esa es la promesa para nosotros hoy: la fortaleza llega cuando aceptamos el proceso.
¿Tienes miedo? ¿Estás por rendirte? Tal vez estás a punto de cruzar tu propia “antesala de gloria”. El tratamiento que no quieres afrontar, la puerta que no se abre, el trabajo que parece injusto, los rechazos que duelen… todo eso, aunque no lo parezca, puede ser el terreno donde Dios está preparando tu victoria.
Recuerda: Jesús no evitó la cruz, pero fue obediente hasta el final. Y por esa obediencia, tú y yo tenemos esperanza hoy.
Así que si hoy estás de rodillas, llorando o preguntándote “¿vale la pena?”, espera unos minutos más. Levanta tu mirada. La paz y la fuerza que sobrepasan todo entendimiento están por llegar. No renuncies cuando estás a punto de vencer.
Dios no abandona a los valientes. Él fortalece a los que se atreven a confiar, incluso con miedo.
El sol está por salir… y tú, estás más cerca de la victoria de lo que imaginas.
Que el Señor bendiga tu vida y la de los tuyos con fuerza, fe y abundancia.